La Antártida es el continente más austral de la Tierra, ubicado completamente en el hemisferio sur, casi enteramente al sur del Círculo Polar Antártico y rodeado por el Océano Antártico, que se conecta con los océanos más grandes del mundo y regula el intercambio de masa y energía mediante un sistema de corrientes que es vital para el equilibrio climático global.
Tiene una superficie de más de 14 millones de km2 y su altitud media es de unos 2200 msnm, debido al casquete de hielo que recubre el 98% del continente, a excepción de la península Antártica, con un promedio de 1,6 km de espesor. Contiene el 92% del hielo del planeta y más del 70% de su agua dulce.
La Antártida es comúnmente vista como un enorme páramo árido, lejano e inhabitable. Sin embargo, esta afirmación no podría estar más lejos de la verdad. El continente del Polo Sur es una región única y fascinante con un gran potencial para el desarrollo tecnológico sostenible. En este artículo, se pretende destacar cómo la Antártida se ha convertido en un centro científico internacional de cooperación y desarrollo tecnológico y, además, se abordan los desafíos que enfrenta en el contexto actual del cambio global.
Investigación científica y cooperación internacional
Los Programas Antárticos Nacionales son organizaciones que constituyen el marco de gestión gubernamental de cada país para llevar adelante su política nacional respecto de la Antártida, bajo el régimen del Tratado Antártico. Operan una gran variedad de instalaciones en apoyo a la actividad científica del Polo Sur.
Sus despliegues territoriales son amplios y comprenden: bases, campamentos, refugios, buques, aviones, sitios de mediciones automáticas, entre otras infraestructuras. Las bases antárticas suponen la principal plataforma de trabajo para desarrollar investigaciones de alto impacto, y así establecer políticas medioambientales y jurídicas. Según su uso, se clasifican en permanentes o temporales: las primeras se encuentran habitadas y operativas durante todo el año, aun cuando en invierno permanece una dotación mínima; las temporales o estacionales se encuentran activas únicamente los meses de verano.
En la actualidad, hay más de 80 bases de investigación en todo el continente que representan un total de 31 países.
La necesidad de un desarrollo sostenible en la Antártida
La Antártida es el continente menos desarrollado –en términos antrópicos– del planeta, sin ocupación humana permanente. No obstante, esto no significa que esté libre de presiones ambientales, ya que enfrenta desafíos significativos que amenazan su ecosistema; estos incluyen:
Cambio climático: Las capas de hielo y los glaciares de la Antártida se están derritiendo a un ritmo alarmante, lo que contribuye al aumento del nivel del mar y a los cambios en las corrientes oceánicas. Esto tiene implicaciones significativas para los patrones climáticos globales y la salud de los océanos del planeta. La Península Antártica representa la porción más septentrional del continente. Es la región antártica que alberga mayor cantidad de bases de investigación científica. Esto se debe a las condiciones climáticas, la configuración de sus costas y la cantidad de zonas libre de hielo, respecto al resto del continente. Asimismo, ha sido uno de los sectores de la Tierra con mayor aumento de temperatura, seis veces más de lo que se ha incrementado en el conjunto del planeta, en los últimos 50 años. De hecho, las plataformas de hielo conocidos como Larsen A y Larsen B, han desaparecido casi por completo desde principios de la década del ‘90.
Sobrepesca: Las aguas de la Antártida albergan una variedad única de especies marinas. Sin embargo, la sobrepesca es una amenaza importante para estas especies, y muchas poblaciones ya están en declive. Por ejemplo, el krill antártico es un crustáceo que se encuentra amenazado tanto por el cambio climático como por el aumento de la pesca, impulsada por la creciente demanda del aceite de krill, una nueva fuente de omega-3 utilizada en suplementos dietéticos. La pesca concentrada está reduciendo las cantidades locales disponibles, lo que tiene impactos negativos para los depredadores que dependen de forma directa o indirecta de él.
Contaminación: A pesar de los esfuerzos internacionales para reducir los desechos y la contaminación, el continente blanco se ve afectado por la actividad humana. Por ejemplo, se han encontrado micro plásticos en las aguas polares y productos químicos como resultado de la investigación científica.
Para garantizar que la Antártida siga siendo un entorno prístino y saludable, es fundamental implementar tecnologías sostenibles. Esto implica utilizar los recursos naturales del continente de manera responsable, sin causar daño al medio ambiente, preservar la biodiversidad y reducir los residuos y la contaminación. La adopción de prácticas sostenibles en la Antártida también significa proteger el patrimonio natural único que representa.
Iniciativas prometedoras de tecnología sostenible polar: La Antártida es conocida por ser el continente más frío del planeta, donde se han registrado las temperaturas más bajas de la historia, con -89ºC el 21 de julio de 1983 en la Base Rusa Vostok, y los vientos más fuertes de velocidades de hasta 240 km/h. Además, es una región extremadamente seca, con un promedio de 166 mm de precipitación anual en forma de nieve. Aunque estas características son extremas, el continente se ha convertido en un campo de pruebas ideal para la innovación tecnológica ya que promueve la creatividad y la innovación. Estas son algunas iniciativas que se están explorando actualmente:
Energía renovable: La Antártida es un lugar ideal para la instalación de turbinas eólicas que pueden aprovechar sus fuertes vientos para generar energía de forma sostenible. Algunas bases de investigación, como la estación British Antarctic Survey, ya utilizan turbinas eólicas para complementar sus necesidades energéticas.
Por su parte, la energía solar también es una opción prometedora. Algunas bases científicas, como la estadounidense Amundsen-Scott, utilizan paneles fotovoltaicos para generar electricidad. Los días de verano en la Antártida son largos, lo que significa que hay una importante cantidad de luz solar disponible durante varias horas del día.
Gestión de residuos: La actividad antártica produce una cantidad significativa de desechos, muchos de los cuales no son biodegradables. La gestión de estos residuos es un desafío importante, dada la ubicación remota y el entorno hostil. Sin embargo, los investigadores están explorando soluciones innovadoras, como utilizar los desechos como fuente de combustible o convertirlos en materiales biodegradables.
Biotecnología: La Antártida alberga una variedad única de microorganismos que se han adaptado a sus condiciones extremas. Estos tienen potencial para ser utilizados en biotecnología, como la producción de biocombustibles o el desarrollo de nuevos fármacos.
Estas iniciativas tecnológicas representan oportunidades potenciales de negocio para empresas que desarrollan tecnologías verdes debido a varios factores. En primer lugar, la Antártida cuenta con un gran potencial de energía renovable. Además, el aumento progresivo de la actividad humana, científica e incluso turística, ha llevado a una mayor generación de residuos. Esto nos obliga a pensar en tecnologías de tratamiento y reciclaje que eviten el impacto ambiental. Todo esto puede aprovecharse para desarrollar soluciones innovadoras y sostenibles que aborden estos desafíos y generen nuevos mercados y oportunidades de negocios.
Base Científica Princesa Isabel, un ejemplo exitoso de tecnologías sostenibles en la Antártida
La base científica Princesa Isabel, ubicada en la Cordillera Utsteinen de la Tierra de la Reina Maud a 200 km de la costa oriental, es considerada la primera base científica sostenible en la Antártida. Fue construida en 2009 para reemplazar la antigua base belga que operó desde 1958 hasta 1967. El diseño de la estación se basó en criterios sostenibles y se construyó con materiales ecológicos para minimizar el consumo de energía y respetar el ecosistema antártico. Puede alojar hasta 16 personas a la vez y está diseñada para soportar vientos de hasta 300 km/h. Se trata de una base de uso temporal, sin embargo, ha sido diseñada como base permanente. Esto permite que, en caso de ser necesario, pueda estar operativa y habitada incluso en el invierno austral.
La estación científica cuenta con un sistema de gestión de la energía innovador. El sistema es administrado por un ordenador que prioriza las solicitudes de acuerdo con las necesidades, lo que permite utilizar la energía de manera eficiente.
Al norte de la base se encuentran nueve aerogeneradores que destacan por su resistencia a las condiciones polares, como los fuertes vientos y las bajas temperaturas. Además, para mantener el suministro de energía, se han instalado 402 paneles fotovoltaicos. Estos paneles están diseñados para soportar las condiciones extremas y están protegidos con vidrio reforzado y una película especial.
La base utiliza tanto energía solar activa como pasiva. Para aprovechar al máximo la luz solar, se han colocado ventanas en todas las orientaciones. Además, hay dos grupos de paneles solares térmicos que utilizan la energía solar activa. En caso de emergencia, cuenta con un generador diésel por motivos de seguridad.
El agua potable de la base se produce mediante el derretimiento de la nieve y se almacena en varios depósitos. Además, la base reutiliza las aguas residuales tanto de los sanitarios como de las cocinas para minimizar su impacto ambiental. Aunque no se conoce públicamente el tratamiento formal para la gestión de residuos, hay tanques de almacenamiento situados en el garaje de la base para una correcta diferenciación y posterior transporte fuera del continente.
En definitiva, la Base Princesa Isabel es un ejemplo de cómo se pueden utilizar tecnologías innovadoras y respetuosas con el medio ambiente para mantener la habitabilidad en condiciones extremas.
El futuro del desarrollo tecnológico sostenible en la Antártida
El Continente Antártico es un lugar único, ubicado en el punto más austral de la Tierra. Su geografía, condiciones climáticas extremas y aislamiento del resto del mundo lo convierten en un lugar como ningún otro. Alberga una gran variedad de flora y fauna, algunas de las cuales no se encuentran en ninguna otra región del planeta.
La Antártida no solo es importante por sus características geográficas, sino también porque tiene influencia en el ambiente de su entorno inmediato y en los procesos de gran parte del planeta, siendo responsable de numerosos efectos de trascendencia mundial.
Desafortunadamente, a pesar de su relevancia, se enfrenta a una serie de amenazas que ponen en riesgo su futuro. Para garantizar su preservación, es crucial que tomemos medidas para protegerlo, ya que todos somos responsables de lo que está sucediendo en nuestro planeta. Esto se puede hacer a través de una variedad de medios, como reducir nuestra huella de carbono y promover una vida sostenible. También implica educar a las personas sobre la importancia de los polos y la necesidad de protegerlos para las generaciones futuras.
Además de proteger la Antártida, es importante seguir explorando y estudiando el continente. Sus características particulares lo convierten en un lugar ideal para la investigación científica, particularmente en las áreas de cambio climático, biología y geología. Al continuar invirtiendo en investigación, podemos obtener una mayor comprensión del continente y su papel en el ecosistema más amplio.
Por último, es crucial comprender que la adopción de prácticas sostenibles en la región más lejana y austral del planeta demuestra lo factible que es aplicarlas en cualquier otro lugar del mundo, incluyendo ciudades y entornos urbanos. La logística y precaución necesarias para crear una infraestructura sostenible en la región más remota del planeta son un testimonio de que la sostenibilidad es posible sin importar las condiciones geográficas. Debemos adoptar una actitud integral y respetuosa en todos los niveles de cercanía, ya que no hay diferencia entre el Continente Antártico y otros espacios naturales, como el Parque Nacional de Doñana en España, la Selva Misionera en Argentina o el Desierto de Atacama en Chile. Estos lugares son componentes de mayor o menor escala, que forman parte de un ecosistema mundial y nos brindan servicios que utilizamos para nuestro bienestar. Como habitantes responsables del planeta, es importante considerar las consecuencias a largo plazo de nuestras acciones más allá de nuestro entorno inmediato.
Autor: Candela Brizuela Montenegro, Especialista BIM en EADIC – BIM Consulting & Solutions