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España arde: el peligro de los incendios

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Dos días bastan para que el fuego devaste un bosque. Pero recuperarlo puede suponer entre 5 y 200 años. Las consecuencias de los incendios forestales en el medio ambiente son catastróficas: pérdida de animales y vegetación de la zona, degradación y erosión del suelo, contaminación del agua y deslizamientos de tierra.

La capa de suelo que se pierde, la superficial, es la más fértil. La respuesta de la flora al incendio depende de los mecanismos de regeneración de cada especie. Las plantas rebrotadoras, como eucaliptos, enebros o encinas, poseen la capacidad de crecer rápidamente al poco tiempo. Otras germinan porque el fuego no afecta a sus semillas.

Incendios y prevención

Sobre la fauna, siempre hay animales que no pueden huir del paraje como sí hacen aves y los grandes mamíferos. La mortandad afecta sobre todo a anfibios y reptiles.

Los incendios afectan de manera distinta a cada espacio en función de la densidad y tipología vegetal o la orografía de terreno. Las medidas tendrán que decidirse según la zona de intervención. Los expertos consideran que reforestar es una buena medida, pero que resulta más positivo invertir en prevención, enfocando la concienciación a la educación ambiental.

La media de la última década se sitúa en 1.800 incendios y 26.000 hectáreas quemadas anualmente. Sin embargo, España ya ha superado este año esa trágica cifra. Detrás de las estadísticas, está, en parte, el cambio climático. Presentan una evolución difícil de predecir y el colapso del sistema de extinción.

Desastre provocado

Las causas naturales no explican el fenómeno, porque solo representan el 10% contra el 90% de incendios donde la responsabilidad corresponde a la la intervención humana, a veces por negligencia y otras por voluntad. También influyen el abandono de las actividades agrícolas y silvopastorales, que provocan el aumento de la extensión y continuidad del bosque y la falta de espacios abiertos que actúen de cortafuegos; la mayor urbanización de las zonas naturales y la presencia humana; y una deficiente gestión forestal.

El fuego trae consecuencias socioeconómicas, pues destruye propiedades públicas y privadas y ocasiona pérdidas a la economía del territorio, porque afecta afectar directamente a la productividad del sector primario (agricultura y ganadería) y al ecoturismo.

Con estos perjuicios conviven los psicológicos, derivados de la pérdida de fuentes de trabajo y la desaparición del paisaje. Esta crisis emocional puede provocar miedo, ansiedad e incertidumbre. Hay que añadir la posibilidad de destrucción del patrimonio histórico-artístico de la zona, como petroglifos que se han descascarillado y perdido los grabados por efecto de las altas temperaturas.

Afecta a la salud

El humo derivado de incendios de vegetación, compuesto de una mezcla de gases y partículas finas, puede generar problemas de salud, sobre todo en aquellas personas que sufren enfermedades crónicas, porque pueden empeorar sus síntomas.

También los niños sufren las consecuencias, pues sus sistemas respiratorios todavía están en desarrollo, por lo que son más propensos a padecer asma. Y las embarazadas, porque el humo causa efectos adversos en la madre y en el feto. Los ancianos también son grupo de riesgo. Todas las personas vulnerables deben permanecer durante los incendios en el interior de sus casas y además evitar la ventilación directa con el aire exterior.

Son las partículas finas la mayor amenaza, porque tienen la capacidad de penetrar en los pulmones, entrar en el torrente sanguíneo y causar irritación ocular, goteo nasal (rinorrea), tos o dificultad para respirar, como trastornos leves. Las afectaciones más graves comprenden reducción de la función pulmonar, bronquitis, exacerbación del asma y la muerte prematura.

Campaña de verano

El dispositivo nacional de la campaña, activo entre el 15 de junio y el 31 de octubre, usa la tecnología de los aviones de coordinación y observación, y herramientas satelitales para ayudar en la prevención y la extinción de los incendios y así reducir su impacto.

El Comité Estatal de Coordinación y Dirección del Plan Estatal de Incendios Forestales (CECOD) está integrado por los ministerios de Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITECO), Interior, Defensa y Presidencia. El dispositivo complementa la actuación de las comunidades autónomas durante este periodo.

La Dirección General de Protección Civil y Emergencias del Ministerio del Interior informa todos los días de su evolución, mediante las redes sociales, comunicados de prensa y su página web. Al mismo tiempo, la Agencia Estatal de Meteorología, dependiente del MITECO, publica mapas del riesgo de incendio teniendo en cuenta variables climatológicas e indicadores como la sequedad del suelo.

La campaña del año pasado se caracterizó por una disminución en el número total de siniestros, pero no la superficie quemada debido al elevado dato de grandes incendios forestales, que son los que superan las 500 hectáreas.

Todos contra el fuego

Andalucía, Castilla y León y Galicia fueron las comunidades autónomas más afectadas. El 27% de los incendios tuvieron lugar en fechas anteriores al período estival. Las comunidades de Asturias y Cantabria fueron las que reportaron más sucesos.

En cuanto a protección civil, 2021 registró 96 incendios en los que se vio afectada la población. En 56 de ellos intervinieron medios del MITECO y en 14 lo hizo la Unidad Militar de Emergencias (UME).

Las medidas de concienciación y sensibilización son importantes, pero no suficientes. Como tampoco lo son las medidas que toma el Gobierno. Los autoridades comunitarias y locales se emplean en la medida de las posibilidades para entre todos contribuir a limitar los efectos del fuego. Para paliar la necesidad de control de las administraciones locales y el trabajo de comunicación entre particulares y órganos gestores se creó la aplicación Control Foc.


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