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La salud del olivo es la salud del planeta

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Este 26 de noviembre se celebra el Día Mundial del Olivo, conmemoración instituida por la UNESCO en 2019 con el objetivo de proteger y preservar un árbol emblemático que sirve para fortalecer los valores humanos y culturales entre los pueblos, porque representa la sabiduría, la armonía y la paz. La iniciativa de reivindicar la importancia del olivo en la agricultura, la economía y la cultura partió del Líbano y Túnez, cuyas delegaciones elaboraron un documento que demostraba su papel como elemento natural.

Entre sus antecedentes se puede citar el Consejo Oleícola Internacional, que se inauguró en Madrid en 1992 con el fin de contribuir al desarrollo responsable y sostenible del árbol de olivo y plantear las políticas precisas ante los desafíos que afronta este sector.

Olivo y Mediterráneo

El olivo es un árbol milenario de gran belleza con origen en zonas próximas al Mar Mediterráneo. Da como fruto la oliva, que se usa para elaborar aceites de muy buena calidad y para dar sabor a los alimentos. La oliva tradicionalmente también se conoce como aceituna. El árbol puede alcanzar hasta doce metros, es de color verde oscuro, con tronco bastante ancho, que precisa un clima adecuado con temperaturas que no sean muy bajas.

Como sucede con otras variedades de flora, el olivo merece su protección para evitar que se pueda extinguir. Entre las aportaciones destacan que frena la erosión de los suelos, la desertificación y combate las emisiones de CO2 a la atmósfera. Sus beneficios alimentarios están fuera de toda duda. Del olivo también se pueden obtener otros productos como jabones. Su madera es muy apreciada en ebanistería y se considera un excelente combustible pues se fabrica carbón vegetal por sus propiedades caloríficas.

Aunque se conoce su existencia desde la antigua Atenas, no se sabe la fecha exacta de cuándo empezó a cultivarse. Los expertos calculan que en torno a 4.000 años antes de Cristo. Es un árbol considerado sagrado por distintas culturas y ha sido asociado a la inmortalidad, la sanación y la fertilidad. La palabra olivo procede del latín “óleum” y aceituna, del árabe “az-zaytüna”. El color de las aceitunas (verdes o negras) se define por el grado de maduración de este fruto. España es el principal país cultivador de olivares en toda la Unión Europea, con un 55% de la producción de todo el continente. El 62% de la producción de aceite de oliva en España es exportada.

Degradación del suelo

El suelo del olivar está siendo afectado por el crecimiento demográfico, la industrialización, las prácticas agrícolas insostenibles y el cambio climático hasta el punto de que la degradación puede poner el peligro el abastecimiento de alimentos. Para evitar esta degradación los investigadores recurren a la biología molecular.

El suelo puede limitar el cambio climático porque se queda con el carbono y reduce las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero la extensión del suelo fértil en el mundo está descendiendo. La erosión y la desertización crecen. Y la biodiversidad está en peligro.

La biotecnología aparece como la salvación. Y en concreto la rizosfera. Es en el entorno de la raíz donde se desarrolla la vida microbiana. La microbiota radicular tiene un papel muy importante en la nutrición del árbol y en cómo articula sus defensas.

Biología molecular

Algunas especies beneficiosas de la rizosfera se están usando en la agricultura actual para potenciar el rendimiento del suelo y aumentar el crecimiento de los cultivos sustituyendo de alguna manera la utilización de suplementos minerales de origen inorgánico.

Las plagas más comunes que atacan al olivo son la polilla del olivo (Prays oleae), la mosca del olivo (Bactrocera oleae), cochinilla (Saissetia oleae), barenillo (Phoeotribus scarabeoides) y algodoncillo del olivo (Euphyllura olivina). Entre las enfermedades destacan la aceituna jabonosa (Colletotrichum gloesporoides), negrilla o tizne (Capnodium elaeophilum), repilo (Spilocaea oleagina), tuberculosis o roña del olivo (Pseudomonas savastanoi) y xylella fastidiosa.

Los servicios ecosistémicos ofrecen las últimas innovaciones en el control de plagas y enfermedades del olivo. El cambio climático afecta a la sanidad del cultivo del olivo pues están apareciendo nuevos problemas fitosanitarios. Los servicios ecosistémicos pueden servir para la gestión fitosanitaria del cultivo, pero también para aumentar la rentabilidad de las explotaciones agrarias.

Últimas investigaciones

Se entiende por servicio ecosistémico el beneficio que un ecosistema puede aportar a la sociedad y que mejora la salud, la economía y la calidad de vida de las personas, que está derivado de su propio funcionamiento. Entre las últimas tecnologías figura la utilización de hongos entomopatógenos para controlar las plagas.

Se ha conseguido detectar su presencia natural en poblaciones de insectos tan importantes como Bactrocera oleaePrays oleae y Euzophera pinguis. También se ha descubierto que los hongos entomopatógenos pueden ayudar a promover el crecimiento vegetal y la activación de su sistema defensivo, con efectos como un mayor desarrollo del sistema radical, mejor nutrición, mayor aporte y rendimiento productivo, e incluso su defensa ante el estrés nutritivo, salino, hídrico o térmico.

Otra vía de investigación pasa por el concepto del olivo como holobionte, que considera unidos el árbol y su microbiota asociada. Conocer la estructura y funcionamiento de estas comunidades microbianas puede ayudar a mejorar la respuesta ante cambios climáticos y ataques de insectos o plagas.

En el ámbito de los bioplaguicidas, se está trabajando con el potencial de las cepas de Bacillus sp. Puede favorecer el crecimiento de los olivos al actuar como bioestimulador. Otra vía de estudio es el efecto en los olivares de insectos beneficiosos, que de manera natural sirven para controlar las plagas.


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