Sin duda el reporte y la comunicación de aspectos ESG o ambientales, sociales y de buen gobierno está contribuyendo a la consolidación de un análisis de impactos en las organizaciones, propio de la responsabilidad corporativa; cuyo objetivo, bien sabido, es ayudar a las empresas en sus camino hacia el desarrollo sostenible.
En este sentido, no podemos olvidar que toda organización, sea cual sea su tamaño y naturaleza, es un agente social de impacto, pues trabajamos y vivimos sobre una estructura sistémica, donde todas las partes están intervinculadas y generan valor. Por ello es esencial que todas las personas que componen las organizaciones entiendan y estén sensibilizadas en torno a las buenas prácticas de sostenibilidad. Es clave entender un liderazgo compartido e individual, que ofrezca una fuerza transformadora hacia los buenos procesos basados en la comunión entre la ética personal y la ética empresarial.
Un comportamiento responsable, ya sea individual o colectivo, trabaja sobre una perspectiva integral y una visión holística, que puede verse reflejada inicialmente en un triple balance social, ambiental y económico. Escenario donde la gestión organizacional demanda una mayor profesionalidad y capacidad técnica, favoreciendo la compresión en torno a los Sistemas Integrados de Gestión QHSE
Necesidad de entender el sistema operacional como un todo conectado
Retomando el significado de criterios ASG o ESG (en inglés), podemos decir que son aspectos que en el ámbito empresarial dan forma a esa visión de triple balance social, ambiental y social, y que vienen a representar tres factores claves:
- El factor ambiental (E), para tomar decisiones en función del impacto positivo de las organizaciones sobre el medio ambiente.
- El factor social (S), para determinar el impacto positivo que tienen las acciones de las organizaciones en la comunidad, en la sociedad en la que operan e impactan.
- Y el factor de gobierno (G), que estudia el impacto positivo que tienen los gobiernos corporativos de las organizaciones, la cultura, la gestión, los propios accionistas y la administración, etc. es decir los mecanismos de gobernanza y decisión empresarial.
Las organizaciones, como agentes sociales de cambio, tienen un importante papel en cualquier proceso transformativo por los impactos asociados a su actividad, ya sea en un sentido de dentro de la organización hacia fuera, como desde fuera de la organización hacia dentro. Cualquier organización, como elemento relevante de nuestra estructura social, condiciona de manera directa el desarrollo de un tipo u otro de sociedad. Por ello, de la misma forma que no podemos desligar la ética de la persona, no podemos separar la ética de empresa, dado que cualquier organización está constituida por personas.
Desde este planteamiento, como demanda vinculada a una inversión sostenible, los criterios ESG (ambientales, sociales y de buen gobierno) se convierten en puntos claves de la estrategia empresarial, respaldando la visión de triple balance de la sostenibilidad y la responsabilidad corporativa, cuya gestión se enmarca bajo la tendencia que alinea la RC con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
¿Por dónde empezar nuestra consciencia del cambio hacia un mejor hacer?
Un primer punto de partida podría ser la premisa con la cual subrayar que las empresas no dejan de ser un conjunto de personas alineadas a unos objetivos comunes. Es decir, que las personas que de forma colaborativa trabajan en una organización tienen por lo tanto un impacto directo con su entorno más inmediato constituido por otros seres humanos.
Desde esta perspectiva, y recogiendo a su vez la idea básica de la Agenda 2030 con la cual, mediante la erradicación de la pobreza en su sentido más profundo, no se deje a nadie atrás, damos respuesta al objetivo final del desarrollo sostenible: el desarrollo de las personas en su sentido más profundo, lo cual no deja de ser un proceso de aprendizaje continuo. Esto es, haciéndolas conscientes de esa visión integral del triple balance, que permite analizar la interconexión entre todas las acciones y parcelas de nuestra vida: la actividad profesional, personal, el valor del entorno natural, del cual depende, la libertad que se promueve desde sociedades equilibradas, etc.
Desde esta visión, podemos presentar el trabajo como instrumento de impulso social, por lo que se debe cuidar del cumplimiento de los derechos laborales que afectan directamente a las personas.
Si duda, cuando abarcamos el aspecto social (S) podemos afirmar que es una clave de transformación integral, dado que las sociedades están formadas por individuos y las organizaciones están constituidas por personas. Y que, a su vez, las organizaciones impactan y transforman a las sociedades, y viceversa, las sociedades, a través de los intereses y necesidades de los individuos transforman e impactan sobre las empresas.
No podemos olvidar que los valores de la sociedad nos condicionan como individuos. Y en ese sentido el principio de la igualdad de oportunidades y la igualdad de género, por ejemplo, son cuestiones que están íntimamente relacionadas con nuestro contexto social; o el uso inclusivo del lenguaje con el cual creamos a su vez realidades, configurando nuestro modo de entender el mundo y por lo tanto de pensar.
¿Por qué trabajar la gestión de aspectos ambientales?
La respuesta está clara ya desde el punto de la responsabilidad corporativa. No podemos separarnos de lo que somos, del origen y sustento del contexto del que formamos parte; por ello, otro importante análisis que debemos realizar sobre nuestros impactos, desde la ética, la responsabilidad y la mejora de nuestras actuaciones, debería estar focalizado en el origen de nuestros recursos, de nuestro sistema natural, en los impactos directos que como individuos de una sociedad, como empresa, efectuamos sobre el medio ambiente.
En este sentido, aspectos como la consciencia ante la problemática vinculada con el cambio climático, se convierten ya en una cuestión que trabajar no solo desde la voluntariedad, sino además desde la propia gestión de riegos, con la que se nos permite a las empresas ser conscientes escenario que debemos labrar para buscar la mayor rentabilidad posible y con ella mantener nuestra actividad en el tiempo de la manera más productiva.
¿Cuál es entonces el papel de las empresas en este entramado sistémico?
Recojamos la idea ya expuesta con la cual presentamos a las empresas como agentes de influencia social que promueven unos modelos de ciudadanía, con unos valores concretos, que condicionan la identidad del individuo.
Y, desde ella, entendamos que para que una organización pueda definir el alcance de su actividad y mantener una actuación responsable, ética y profesional, necesita identificar los asuntos pertinentes y las prioridades de actuación. Entre estas materias, tal y como se recoge en la norma ISO 26000, podemos encontrar y destacar la gobernanza de la organización como un elemento clave, vinculado con el liderazgo, para lograr aumentar la capacidad de las empresas para comportarse responsablemente.
Desde este ámbito de buen gobierno (G), es importante entender el liderazgo como la acción de lograr que las personas se identifiquen con una misión o visión para que trabajen en su realización. La función principal de este término se podría focalizar en la puesta en marcha de una acción consciente hacia una nueva realidad, a través del empoderamiento de quienes primero son liderados para después liderar.
Los procesos de gobernanza permiten por lo tanto desarrollar los objetivos, metas y estrategias alineadas con la sostenibilidad/sustentabilidad a través del equilibrio de las necesidades de la organización con las de las partes interesadas y modificar las prácticas que han estado y siguen causando impactos negativos en nuestro entorno (social, ambiental y económico). Acciones donde el análisis interno de nuestras actuaciones como empresas, y el control y medición de estas, se convierte en una actuación clave a nivel transformativo, como puede ser en el caso de las auditorías internas de medio ambiente, de los sistemas de energía o de las auditorías internas de seguridad de la información.
Sin duda, los criterios ESG han consolidado la búsqueda de la sostenibilidad/sustentabilidad empresarial, mediante un análisis de riesgos más integral, propio de las inversiones responsables.
¿Por qué es importante que desde las organizaciones se trabaje estratégicamente el concepto de sostenibilidad/sustentabilidad y desarrollo sostenible?
De manera estratégica, podríamos afirmar que por tres cuestiones relevantes:
- Porque es una responsabilidad de la empresa como agente social. Se trata de una cuestión de ética empresarial vinculada al control de sus impactos.
- Porque la visión de rentabilidad empresarial, desde una perspectiva ética e integral debe contemplar los impactos desde una perspectiva social, ambiental y económica.
- Porque contemplar solo un beneficio a corto plazo, además de no ser un comportamiento responsable, limita el valor de ciertos aspectos más directamente vinculados con los intangibles de la empresa.
Puntos a los que podríamos seguir sumando un larguísimo listado de argumentaciones.
La sociedad, como sistema, es un ente dinámico, los mercados los son. Por ello, en este momento la pregunta no sería si las empresas estamos preparadas para la transformación, sino qué vamos a hacer como organizaciones para adaptarnos al cambio.
En Bureau Veritas Formación, conscientes de la importancia que tiene en este proceso de cambio que profesionales y organizaciones puedan acceder a cursos de capacitación actualizados en la materia, trabajamos con expertos de todos los sectores para construir un amplio catálogo formativo en sostenibilidad, Responsabilidad Corporativa y ESG, que se adapte a sus necesidades específicas. Todos nuestros programas apuestan por un aprendizaje activo y práctico, pueden impartirse en diversas modalidades (presencial, online asincrónico, online sincrónico, In Company…) y cumplen los requisitos para su bonificación por FUNDAE.