Por arquitectura sostenible se entiende aquella cuya filosofía es valorar el impacto que va a generar el edificio durante su ciclo de vida, que empieza en su construcción, prosigue con su uso y termina con su posible derribo y los residuos provocados. Tiene en cuenta los recursos que serán utilizados y el consumo de agua y energía de los habitantes.
El primer lunes de cada mes de octubre se celebran en todo el planeta el Día Mundial del Hábitat y el Día Mundial de la Arquitectura. Así es por decisión de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA), organismo que en 1996 apostó por relacionar a los arquitectos con el desarrollo urbano sostenible que propuso la Comisión de Hábitat de Naciones Unidas (ONU) en 1985.
Según estimaciones de la ONU, en el año 2030 en torno a 3.000 millones de personas precisarán acceder a una vivienda, lo que significa un 40% de la población mundial. Construir esas edificaciones implica servicios públicos e infraestructura. Tarea titánica, casi utópica, pero la pretensión debe ser levantar residencias ‘ecoamigables’ que favorezcan un mundo más limpio y verde, que contribuyan a crear ciudades sostenibles.
Arquitectura sostenible y normativa
Como meta principal, la arquitectura sostenible busca la reducción de los impactos ambientales y el desarrollo de criterios de eficiencia energética en la creación y en la construcción. Pero no por ello se arrinconan los objetivos de confort y salud para los residentes. Pretende también vincular la tecnología, la funcionalidad y la estética con el entorno.
En materia normativa, la actividad debe ceñirse al Código Técnico de la Edificación (CTE), Real Decreto 314/2006, donde se establecen las condiciones mínimas de materiales e instalaciones en los ámbitos acústico, estructural y térmico.
También es conocida como arquitectura sustentable, arquitectura verde y eco-arquitectura. Y tiene como antecedentes la arquitectura solar, la arquitectura bioclimática o la arquitectura alternativa. Combina la preservación medioambiental con la salud ciudadana y la viabilidad económica.
Principios
Sus principios abarcan la estimación de las condiciones climáticas, la hidrografía y los ecosistemas del entorno; la eficacia y moderación en la utilización de materiales de construcción, privilegiando los de bajo contenido energético; la limitación del consumo energético para calefacción, refrigeración, iluminación y otros equipamientos, cubriendo parte de la demanda con energía renovable; la minimización del balance energético global de la edificación; y el cumplimiento de confort higrotérmico, salubridad, iluminación y habitabilidad.
El concepto de desarrollo sostenible en la construcción se refiere al examen del ciclo de vida de los materiales, la implementación de materias primas y energías renovables y la limitación de materiales y energía usados en la extracción de recursos, su explotación y el reciclaje de los residuos.
La arquitectura sostenible busca optimizar los recursos naturales y los sistemas de la edificación en un conjunto donde se integran parámetros bioclimáticos, se asumen aspectos como la iluminación y la ventilación natural, se aprovechan las condiciones climáticas y se valora la orientación del edificio, la hidrografía y los ecosistemas del entorno.
Eficiencia energética
Sin duda uno de los objetivos principales de la arquitectura sostenible es la consecución de la eficiencia energética. Para ello, el constructor usa distintas técnicas y así limitar las necesidades energéticas de edificios gracias al ahorro, a potenciar la capacidad de capturar la energía solar o de generar la propia energía.
Entre estas estrategias se pueden citar la calefacción solar activa y pasiva, el calentamiento solar de agua activo o pasivo, la generación eléctrica solar, la calefacción geotérmica y los generadores eólicos.
Materiales
Los materiales para la construcción de edificios sostenibles han de tener determinadas propiedades, como un bajo contenido energético, baja emisión de gases de efecto invernadero, proceder de reciclaje e incluir un gran porcentaje de productos reutilizados. O la arquitectura se dirige a la sostenibilidad o el futuro se volverá más oscuro: la industria de la construcción consume la mitad de todos los recursos del planeta.
En lo referente a maderas, se debe evitar las que vienen de bosques nativos y usar, en cambio, las maderas de cultivos como el pino o el eucaliptus entre otras especies. Entre los materiales que más energía propia poseen se hallan el aluminio, el neopreno, las pinturas y barnices sintéticos, el poliestireno, el cobre primario, los poliuretanos, los polipropilenos y el policloruro de vinilo PVC.
Tratamiento de residuos y reciclado
La arquitectura sostenible trabaja con el tratamiento de los residuos e incorpora sistemas para filtrar el agua. También se preocupa de la separación de la basura. Contribuye así a aminorar el impacto ambiental. Como concepto, las tres R, reduce, recicla y reutiliza. Esta filosofía también se aplica al reciclado de estructuras y materiales.
De hecho, la arquitectura sostenible puede usar productos reciclados o de segunda mano, práctica que genera una limitación en el uso de la energía propia de cada material cuando se fabrica. Entre los materiales que se pueden reciclar se encuentran los siguientes: la mampostería; maderas de techos, paneles y pisos; hormigón de pavimentos; puertas y ventanas; aislantes termoacústicos; mayólicas y otros revestimientos cerámicos; cañerías metálicas; cubiertas de chapa para cercos de obra; hierro estructural, y rejas.
Certificados
Distintas certificaciones internacionales sirven para reconocer los edificios sostenibles. Passivhaus, la pionera, está enfocada a limitar el consumo energético. El sello BREEAM valora el transporte, la gestión de agua y residuos y a la persona. El LEED tiene en sus seis categorías aspectos como atmósfera interior, materiales y recursos, calidad ambiental o innovación en el diseño.
La certificación VERDE creada por el Green Building Council España, se basa en las cinco P: “Personas, como calidad de vida y bienestar; Prosperidad, como desarrollo económico local y justo; Planeta, como protección a nuestro entorno; Paz, como concordia y armonía; y Pacto, como implicación y compromiso de todos para todos”. WELL Health-Safety Ranking también evalúa el impacto del entorno construido en la salud y el bienestar humanos. Level(s), estándar Europeo de Sostenibilidad de la Edificación, incorpora las categorías “Espacios sanos y confortables” y “Adaptación y resiliencia al cambio climático”.