Que los ciudadanos separen correctamente a diario los residuos es un pequeño gesto de beneficiosas consecuencias. Dicen los expertos que con 6 briks se puede elaborar una caja de zapatos; 40 botellas de plástico se convierten en un forro polar; y con 80 latas de bebidas se fabrica la llanta de una bicicleta. Es la segunda vida de los envases, una nueva oportunidad de prolongar el ciclo de los productos, la economía circular, que permite que de 88 botes de conserva se saque una olla de cocina. No falta sector en España que no conceda importancia a la innovación y tecnología como camino para continuar la utilidad de los materiales. El compromiso del reciclaje da sus frutos.
La nómina de empresas que dan una segunda vida a envases es casi infinita. Por ejemplo, Lanjarón, marca de Aguas Danone, anunció este año la transformación de todo su porfolio a 100% plástico reciclado rPet, lo que equivale a evitar en 2022 la emisión de 7.877 toneladas de dióxido de carbono. Esta es una política constante en los envases de las distintas marcas de bebida.
En el sector textil, son muchas las compañías en la misma línea. Mango ofrece en su catálogo colecciones realizadas a partir de prendas recicladas recogidas en sus tiendas a través del proyecto “Second Chances”. O Ecoalf, que transforma los residuos plásticos del mar en prendas de diseño.
La pandemia de COVID-19 ha obligado a muchos restaurantes a reinventarse con la incorporación del servicio de comida para llevar. Esta nueva circunstancia ha provocado un considerable aumento de envases para delivery y take away. Como el consumidor prioriza el respeto al medio ambiente y el comportamiento respetuoso con el entorno, la era pos-COVID ha generado la preocupación por los envases sostenibles.