La contaminación provocada por los neumáticos usados adquiere tintes muy preocupantes. Según un informe de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza, representan el 28% de todos los microplásticos que se hallan en mares y océanos. SIGNUS (Sistema Integrado de Gestión de Neumáticos Usados), entidad que agrupa a los principales fabricantes, se ocupa de darle una segunda vida a este producto, dentro de la cadena de la economía circular.
En 2021 SIGNUS ha gestionado 200.286 toneladas de NFU (neumáticos fuera de uso), previamente recogidos en 25.820 puntos de generación que están repartidos por todo el mapa de España. Estas cifran suponen un aumento del 17,3% en comparación con 2020. Con estos datos se da cumplimiento a lo exigido por el Real Decreto 1619/2005, que pide gestionar, al menos, la misma cantidad de neumáticos puestos por primera vez en el mercado nacional de reemplazo. A estos hay que añadir los neumáticos reutilizables que se vuelven a comercializar procedentes de los neumáticos recogidos.
El neumático está considerado un símbolo de la economía circular porque de él se aprovecha todo, bien como nuevo producto o como energía. Se trata de un sector que desde principios de este siglo XXI está realizando un importante desarrollo en innovación para reducir el impacto ambiental. Por ejemplo, la reducción del peso del neumático consigue un mejor comportamiento del vehículo en carretera. Consecuencia: limitación de emisiones de gases de efecto invernadero. Y un adecuado reciclaje contribuye a la sostenibilidad.
Una buena gestión de neumáticos reduce la huella ambiental
En 2005 SIGNUS se adelantó a su tiempo y puso en marcha un sistema colectivo de gestión de neumáticos fuera de uso con el propósito de reducir su huella ambiental en todo su ciclo de vida. Los principales fabricantes decidieron fundar esta entidad sin ánimo de lucro para el reciclaje acorde a la legislación.
Las “siete vidas” del neumático permiten muchas posibilidades de aprovechamiento. Los neumáticos usados triturados, por ejemplo, se emplean como combustible alternativo en los hornos de las cementeras o las acerías, pues abaratan costes en comparación con el fuel. También es conocida su utilización en parques infantiles o campos de césped artificial. En su resurrección, los neumáticos pueden volver a su “hábitat”, la carretera. El polvo de caucho se mezcla con asfalto para dar lugar a un producto ecológico y resistente. Un neumático sirve para siete metros cuadrados de carretera.
Las posibilidades de la economía circular resultan casi infinitas. Así lo demuestran otras iniciativas donde participa SIGNUS, como la utilización del caucho en las vías del tren o como complementos de moda. Es la historia de Neomatique, una boutique donde colabora Slow Fashion Next, plataforma de formación en moda sostenible. Aquí se pueden comprar productos realizados con lo que una vez fueron neumáticos. Las piezas están confeccionadas a mano y se pueden encontrar pendientes, brazaletes, bolsos. Como el proceso es artesanal existe la opción de pedir productos personalizados. Los neumáticos proceden de SIGNUS.
Proceso de reciclaje del neumático
SIGNUS dispone de una planta de reciclaje adonde llegan los neumáticos al final de su primera vida para ser aprovechados en otros usos. La recuperación sigue un proceso sencillo y eficiente. Se transportan las ruedas hasta esta planta para su división según tipologías y tamaños. Ya clasificados, se introducen en máquinas trituradoras y en máquinas de granulación de distinta capacidad para separar el caucho del acero o la fibra textil de los que también están compuestos los neumáticos.
El tratamiento del caucho reciclado procedente de neumáticos debe hacerse acorde a la legislación. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha aprobado recientemente la Orden 1522/2021, que establece las condiciones para que sea considerado producto. Esta norma concede seguridad jurídica y garantiza el comercio, porque se han eliminado trámites administrativos asociados al transporte y exportación de residuos. Para que sea denominado producto en vez de residuo debe cumplir ciertos requisitos: que el objeto resultante se use para finalidades específicas, que exista un mercado, que cumpla las exigencias técnicas y que su utilización no genere impactos adversos para el medio ambiente o la salud.