Este 28 de junio se celebra el Día Mundial de Árbol, conmemoración instituida por el Congreso Forestal. Los árboles son los pulmones del planeta porque purifican el aire y contribuyen a regular el clima. El impacto positivo sobre el medio ambiente es incalculable.
La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) celebra el 21 de marzo el Día Internacional de los Bosques. Ambas fechas sirven para informar sobre la importancia de los árboles en la vida del planeta y sensibilizar a la población sobre la necesidad de preservar el medio ambiente.
Suecia, en 1840, fue la primera nación en celebrar el Día del Árbol, con el objetivo de concienciar sobre los beneficios de los recursos forestales. Porque contribuyen a reducir la contaminación ambiental y climática generada por el hombre, protegen el suelo y son esenciales para lograr un desarrollo sostenible. Son sinónimo de vida.
La importancia de los árboles
¿Por qué son fundamentales? Porque liberan el oxígeno y transforman el dióxido de carbono (CO2) en biomasa, reduciendo el efecto invernadero; regulan los ciclos hidrológicos ayudando a evitar inundaciones; previenen la erosión de los suelos, favoreciendo el desarrollo de la agricultura; constituyen el hábitat de especies de plantas, aves, mamíferos, reptiles y anfibios; en las zonas selváticas colaboran en la formación de un ambiente húmedo; contribuyen a regular el clima, reduciendo los efectos del cambio climático provocado sobre todo por el hombre; y constituyen una fuente de materia prima para la elaboración de medicinas, alimentos, papel, combustible y otros materiales de origen natural tales como corcho, resinas y caucho.
La desaparición de ingentes superficies arbóreas en el planeta debido a los procesos de deforestación provocados por el hombre de forma indiscriminada y por razones climáticas (sequías, huracanes, vendavales, granizadas) suponen dieciséis millones de hectáreas anuales, un tercio de todos los bosques del mundo.
El cambio climático ocasiona niveles de acumulación de combustible en los bosques, incrementa la incidencia, durabilidad e intensidad de los incendios forestales. Además, la tala indiscriminada afecta la pérdida del hábitat de distintas especies animales y vegetales, lo que aminora la fertilidad de los suelos y la posibilidad de regeneración de superficies arbóreas.
Ejerce el bosque un papel protector en cuanto al desarrollo energético. La estabilización de los terrenos en las cuencas hidrográficas ayuda a mantener la capacidad de los pantanos, lo que se traduce en preservar la generación hidroeléctrica. Lo que viene a ser entre un 10 y un 20% del consumo de energías renovables.
Vulnerabilidad
También tiene su importancia en la generación de energía desde la biomasa. Casi el 90 por ciento de la biomasa con la que se activa energía en el mundo viene de los bosques. En la Unión Europea, representa cerca del 60% de las energías renovables del bloque, más que la energía solar y eólica juntas.
La región mediterránea presenta mucha vulnerabilidad ante el cambio climático. España se caracteriza por la escasez de los recursos hídricos y el aumento de la frecuencia y severidad de sequías, inundaciones e incendios, muy vinculados con la presencia, ausencia, calidad y cantidad de la vegetación de los ecosistemas.
Convive el hombre con 60.065 especies de los árboles. Algunos de ellos se desarrollan plenamente cuando alcanzan los 40 o 50 años. En las zonas frías mantienen a roedores y aves. En todo el planeta, el 78% de los bosques primarios han sido destruidos por el hombre y el 22% restante se ha visto afectado por la extracción de madera.
Reservorio de carbono
Los expertos estiman que los bosques son un reservorio vital de carbono, con 289 gigatoneladas. La mitad de los bosques del mundo están situados en los trópicos y el resto en zonas templadas y boreales. Europa y América del Sur son las zonas del mundo con la mayor superficie forestal, seguidas de América del Norte y África. Y la deforestación de bosques y árboles producen un 15% de emisión de CO2 anual en todo el mundo, superando a la causada por vehículos, barcos y otros medios de transporte.
La plantación de árboles es una manera efectiva de reducir el impacto de las emisiones de carbono. Los bosques son capaces de secuestrar carbono durante siglos. Según la organización benéfica de conservación del Reino Unido, Woodland Trust, es posible atrapar 400 toneladas de carbono en 10.000 metros cuadrados de bosque, lo que equivale a dos campos y medio de fútbol.
Una investigación de la Rice University, en Estados Unidos, revela cuáles son los mejores árboles para limitar los efectos del calentamiento global. Pues para la ciudad de Houston son los sicomoros y las encinas americanas. Las hojas de laurel y de arce rojo son las más apropiadas para eliminar la contaminación por ozono, el dióxido de azufre, los óxidos de nitrógeno, el monóxido de carbono y partículas aún más finas, compuestos todos ellos muy peligrosos para la salud pues pueden provocar ataques de asma o paros cardiacos.
Conciencia de protección
En cuanto a emisión de CO2 equivalente al año, la media por persona en España, aunque puede variar si se tienen en cuenta los parámetros de los estilos de vida (alimentación, transporte, vivienda…), es 7,15 toneladas. Si consideramos que un árbol puede almacenar unos 167 kg de CO2 anuales, seis árboles maduros almacenarían una tonelada. Es decir, que hay que plantar más de 67 árboles al año para compensar las emisiones de CO2 de una sola persona.
Las organizaciones ecologistas promueven la conciencia de protección y conservación de los ecosistemas de bosques y árboles. El mundo mejora cuando se aplica un uso adecuado de los recursos naturales. Por eso resulta fundamental que los gobiernos del mundo y las distintas administraciones legislen para frenar los efectos del cambio climático y la tala indiscriminada.