Tomar conciencia y responsabilidad de nuestro impacto sobre el medio ambiente, articular políticas y aplicar medidas encaminadas a minimizar la contaminación, son hoy en día un aspecto clave para crear un modelo de sociedad sostenible.
En el contexto se debe incluir a las empresas como agentes con capacidad para avanzar en la transformación hacia una economía verde y descarbonizada
Cada vez más compañías afrontan el reto de llevar a cabo una gestión ambiental adecuada que ayude a preservar el entorno y minimizar el impacto de la huella de carbono. En este sentido, Panter, una de las principales marcas españolas del sector del calzado de seguridad, protección y uniformidad, está ganando terreno en su apuesta por la sostenibilidad.
Respeto por el medio ambiente
Con el compromiso de realizar un proceso de fabricación limpio, la marca ha desarrollado un sistema de gestión ambiental certificado según la norma ISO 14001, acreditación que garantiza el cumplimiento de todos los requisitos legales en cuanto a la protección del medio ambiente y la prevención de la contaminación.
Y aunque generar un residuo cero todavía constituya un reto en el horizonte, Panter ya está implantando estrategias de ecodiseño orientadas al desarrollo de colecciones más ecológicas y respetuosas con el medio ambiente. Por eso la compañía ha lanzado la línea de deportivas Vita ECO S3 ESD.
Segunda vida
Elaborada con tejido que procede del reciclado de botellas de plástico PET, la gama ECO de Panter contribuye a la reducción de envases de plástico. Con este producto, se concede una segunda vida a las botellas plásticas PET al tiempo que se evita que se conviertan en residuos dañinos para el planeta. Una apuesta que ahorra energía, extracción de materias primas y emisiones de CO2 al medio ambiente.
Estas deportivas integran una plantilla interior anatómica de espuma reciclada 100% ecológica y reciclable y cuentan con el certificado OEKO-TEX que garantiza una confección exenta de sustancias nocivas para las personas y el medio ambiente. Además, están diseñadas para que sus componentes se puedan separar y aprovechar una vez terminada su vida útil, cumpliendo así la regla de las tres erres (3R): reducir, reutilizar y reciclar.