Semana Santa. Oportunidad para el ocio y el disfrute. Con distintas opciones: el descubrimiento de una ciudad, la tranquilidad de un pueblo del interior, la montaña, la costa. El cambio de escenario no supone abandonar los hábitos. Ofrecemos a continuación consejos para contribuir a tener una Semana Santa sostenible y reducir el impacto negativo en el medio ambiente:
Gestión apropiada de los residuos. Son tiempos de recetas típicas: torrijas, buñuelos de bacalao, potaje de vigilia… Como siempre que se cocina, es inevitable provocar residuos en la preparación. No se debe bajar la guardia y seguir separando y depositando envases en los contenedores apropiados. Plásticos, latas, briks y papel aluminio se tiran al contenedor amarillo. Las cajas de cartón y el papel de horno van al azul. Si se viaja a otra localidad, hay que localizar los contenedores más cercanos para depositar los residuos. Que las procesiones, motivo de aglomeraciones, no sirvan de excusa para arrojar los residuos al suelo porque hay que procurar una Semana Santa sostenible
Guantes, mascarillas y geles, a su contenedor. La pandemia de COVID-19 ha generado nuevos residuos: guantes, mascarillas y geles hidroalcohólicos. Conviene saber el contenedor donde deben depositarse. Mascarillas y guantes tienen que ir al cubo de restos (basura normal). Los envases de gel hidroalcohólico, al amarillo.
No al plástico. Debe llevarse una botella reutilizable, bolsas de tela, champús y jabones sólidos. Para evitar los plásticos de un solo uso se puede llevar una pajita de metal reutilizable.
Concienciar de la importancia del reciclaje. Estos días de ocio pueden para desarrollar en los más pequeños de la casa la conciencia sobre la importancia del reciclaje. Este aprendizaje puede ir unido a la diversión, para que aprenda de manera lúdica. Como ejemplo, se puede jugar a adivinar dónde se debe depositar cada residuo. También es posible hacer manualidades con envases ya utilizados.
No viajar en avión. El uso del avión tiene un efecto mucho mayor en el cambio climático que el tren o el autobús, por sus emisiones de gases de efecto invernadero. El pasaje de un europeo volando emite más de 20 veces más gramos de CO2e por kilómetro que en tren. Cada vez que cogemos un avión se aumenta la huella de carbono. Si no hay más remedio que viajar en avión se pueden compensar las emisiones, con pago extra con la misma aerolínea o con otros programas de compensación. También el vuelo directo ahorra emisiones, porque en el despegue y aterrizaje es cuando más emisiones se producen.
Evitar el coche particular. En la medida de lo posible debe primar el transporte público. Para dirigirse a algún paraje natural o monumento artístico se puede ir a pie o en bicicleta, lo que evita la contaminación atmosférica y se logra una Semana Santa sostenible. Si resulta inevitable viajar en coche, la mejor opción es compartir el vehículo y tomar medidas de conducción eficiente, como utilizar marchas largas y reducir la velocidad.
Revisar el automóvil. Si es preciso trasladarse en coche, conviene realizar una revisión a fondo. El consumo de combustible depende de múltiples factores, como la presión de los neumáticos y la profundidad de su dibujo. También debe revisarse el tubo de escape.
Las ventajas del tren. El tren es una de las alternativas más sostenibles para emprender un viaje, como indican las cifras de la Agencia Europea de Medio Ambiente: el 72% de los gases de efecto invernadero proceden del tráfico rodado, el 14% del aéreo, el 13% del marítimo y el 0,5% del tren.
Protección de los parajes naturales. Cuando se realice una escapada a la naturaleza no debe olvidarse que el abandono de residuos causa un daño grave al ecosistema. La prioridad es no deteriorar el entorno y dejarlo incluso mejor de lo que estaba antes de la llegada. En las excursiones hay que generar la menor cantidad de basura posible, guardarla en una bolsa para posteriormente depositarla en el contenedor adecuada. Esa bolsa también vale para los residuos que se encuentren. No se debe encender fuego en parajes naturales ni llevar a cabo acciones que perjudiquen a fauna y flora. Hay que respetar siempre las normas.
Practicar el ecoturismo. España es un paraíso de lugares donde la naturaleza reina en todo su esplendor: las Marismas de Doñana (Huelva), la Albufera (Valencia), el Mar Menor (Murcia), los Picos de Europa (Asturias, Cantabria y Castilla y León). El turismo ornitólogico es otra opción, con un auge causado por la existencia de las Zonas de Especial Protección para las Aves integradas en la Red Natura 2000.
Ahorro. Hay que mantenerse en guardia para ahorrar y por eso se deben desenchufar los aparatos eléctricos y comprobar que no existen pérdidas de agua. Se vigilará el consumo de agua y electricidad como si se estuviera en el propio hogar.
Elección del destino. El parámetro de la sostenibilidad es uno de los conceptos que cada vez más usa el viajero para elegir el destino de las vacaciones. Por eso se escogen alojamientos respetuosos con el medio ambiente, como hoteles rurales que ofrecen la posibilidad de colaborar con un huerto ecológico. No es preciso quedarse en un eco-hotel para que sea sostenible. En muchos alojamientos disponen de medidas para ahorrar energía y agua.
Consumo responsable. Hay que informarse de la procedencia de los productos que se consumen y darles prioridad a los que son respetuosos con el medio ambiente. Es importante apoyar la economía y el consumo local para lograr un impacto positivo.