Todos los meses de septiembre ocho millones de alumnos regresan a los centros escolares (colegios e institutos). Esta vuelta a la normalidad puede servir para ponerse al día en cuanto a la protección del medio ambiente. La crisis sanitaria que provocó el COVID-19 ha cedido paso a un tiempo de recuperar el modo de vida anterior. Una vuelta al cole sostenible ayuda en la lucha contra el cambio climático y en el objetivo de procurar un planeta saludable.
El pasado curso, el gasto de la vuelta al cole en un centro público fue de 968 euros de media, mientras que en los concertados superó los 2.700 euros y en los privados ascendió a casi 6.250 euros. Ser ecológico y sostenible también puede servir para el ahorro.
Consejos para una vuelta al cole sostenible
Siempre es un buen momento para inspirar a los estudiantes a tomar medidas en la protección medioambiental. De paso, se convertirán en ejemplo. Ofrecemos nueve tips para despertar la conciencia ecológica entre los menores y que puedan reducir su huella de carbono:
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Planificación. Lo primero de todo es pararse a pensar. Los padres tienen que reflexionar sobre las verdaderas necesidades de los hijos. Comprobar qué necesitan y analizar si puede comprarse de segunda mano o reutilizar lo que ya se tiene. Cuando no quede más remedio que comprar, los productos deben tener bajo impacto ambiental. Muy importante es la mayor vida útil, la durabilidad, porque eso colaborará con la preservación del entorno.
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Fomentar las 3 R. Reducir, reutilizar y reciclar. Esa máxima debe reinar dentro las aulas. Los padres aprovecharán las reuniones con docentes u otros padres para lanzar la propuesta de que los centros reduzcan la utilización del plástico.
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Movilidad sostenible. Debe evitarse que el traslado desde casa al centro escolar y la vuelta a casa posterior sea en coche. Transporte público, patinete o bicicleta se presentan como alternativas. En algunos países de Europa, los progenitores se turnan para recoger a los alumnos residentes en la misma zona y así comparten vehículo a la idea y la vuelta del colegio.
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Material escolar eco-friendly. Cuando se compra nuevo material escolar, conviene fijarse en su procedencia, para que sea un producto lo más ecológico posible. Tienen que buscarse entonces etiquetas de papel con certificación forestal PEFC o FSEen libretas y agendas. Se priorizarán los materiales naturales como el bambú o la madera y se evitará el plástico, que contamina los mares. El material de papelería sostenible incluye cuadernos de papel reciclado, bolígrafos recargables, gomas de borrar de caucho, subrayadores en formato lápiz, colas en metal, plumas recargables, lápices sin tóxicos, sacapuntas que no se rompen, portaminas de madera, extensiones de madera natural, tapones de metal… La empresa española Cero Residuo ofrece en su catálogo productos para vivir una vida Zero Waste y así limitar los residuos.
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Aprovechar mochila y estuche. Darle un uso prolongado a la mochila o el estuche contribuye a evitar residuos. Cambiar de mochila y estuche cada curso no es tendencia. Si no hubiera más remedio porque el material está muy deteriorado, se puede adquirir nueva mochila en una tienda de segunda mano.
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Intercambiar los libros de texto. La fabricación de papel provoca tradicionalmente un impacto ambiental negativo, aunque las productoras están trabajando para consumir cada vez menos recursos como agua y energía. Intercambiar los libros con alumnos de cursos superiores y donar o vender los del curso anterior son posibilidades, a las que ayudan algunas algunas plataformas de venta y cambio de libros de segunda mano. Las modificaciones en los textos introducidos por las editoriales no ayudan a esta práctica.
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Kit básico. Planificar el material ayuda a ahorrar dinero y residuos. Depende mucho de si el alumno tiene que comer fuera de casa. Un kit básico debe contener: botella para el agua (preferentemente de aluminio), cubiertos, servilleta de tela y recipiente para la comida. Nada de ensaladas ya preparadas o comida para llevar. Tampoco los bricksde zumos y batidos. Un brick cada día significa 175 bricks por curso y niño. Se suelen tirar a la papelera del patio, que termina en la basura general. Por lo tanto, no llega a reciclarse.
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Eliminar el papel de aluminio. Forma parte del paisaje de los recreos el papel de plata que envuelve los bocadillos. Una costumbre muy dañina para el medio ambiente. Las alternativas contra esta práctica que provoca residuos plásticos son los wraps de tela (de fabricación casera) o los Boc’n Rolls, portalimentos reutilizables y lavables de la marca Roll Eat. También tiene una versión biodegradable, con una composición de capa externa de 100% algodón orgánico y la interna un film biobasado compostable. Una escuela media en España consume 000 m2 de papel de aluminio, equivalente a 6 millones de kilos de CO2. Por su parte, un Boc’n’Roll tiene una vida media de 6 años y únicamente emite 0,3 kg de CO2, una huella de carbono 500 veces inferiora la de la utilización del papel de aluminio.
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Uniformes de segunda mano. Un uniforme (para aquellos alumnos que deben llevarlo en su centro) puede costar entre 100 y 300 euros. Los niños están en fase de crecimiento y por eso es muy complicado volverlos a usar en el nuevo curso. Algunas plataformas ayudan a que se compren y vendan los uniformes que se han quedado pequeños a las familias sin hermanos que puedan “heredar” el vestuario.