Nos quedan ocho años (2030) para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. A la acción de los distintos gobiernos, hay que añadir las iniciativas personales para conseguir un hogar sostenible. Todo suma contra el cambio climático.
Ofrecemos a continuación 13 tips para el que quiera vivir en un hogar sostenible:
Dieta saludable. Si duplicamos el consumo de frutas, vegetales, frutos secos y legumbres, y limitamos al 50% la carne roja y el azúcar, estaremos haciendo un favor al planeta, pero también a la salud. Sobre las emisiones de gases de efecto invernadero, la ONU ha advertido que la comida vegetariana reduce media tonelada de CO2 por persona al año. El consumo de pesca industrial también afecta al medio ambiente. La solución pasa por comprar productos de la pesquería artesana y sostenible.
Adiós al plástico. Cada año se producen 300 millones de toneladas de plástico que, en su mayor parte, acaban en los ríos y en los mares. Usar utensilios, platos, vasos y cestas biodegradables ayuda al planeta. Si se reutiliza una botella para beber agua del grifo (de cristal, plástico sin BPA o acero inoxidable) se amortiza fácilmente y se ahorra una enormidad de botellas de plástico.
La cesta de la compra. Con el comercio justo se favorece que los productores vivan dignamente de su trabajo. También se colabora en la erradicación del trabajo forzoso e infantil, en la igualdad de género y en las relaciones comerciales de equidad entre productores, distribuidores y comercializadores. Si se compran productos ecológicos del campo se promueve el desarrollo rural gracias a fórmulas como los mercados locales o las cooperativas de consumo.
Reducir, reutilizar y reciclar. Las famosas 3 R que cualquier que quiera tener un hogar sostenible debe grabarse en la memoria. Residuos cero es el objetivo. El consumo responsable debe buscar que se minimicen desechos y envases.
Ahorro energético. Hay que aprovechar la luz natural siempre que se pueda y buscar la contribución personal a luchar contra el cambio climático con la contratación de energías renovables, como la solar o la eólica. Contratando con una empresa o cooperativa verde se puede reducir la factura de la luz. También con la instalación de un contador inteligente. Conviene adaptar el consumo lo máximo posible a las horas donde la energía es más barata.
Reducción de la huella digital. El uso del ordenador y del teléfono móvil genera emisiones de gases de efecto invernadero. En la medida de lo posible, hay que racionalizar su uso. Por ejemplo, apagando el teléfono algunas horas establecidas a lo largo del día.
Ahorro de agua. Cuanto más sostenible sea un electrodoméstico más ahorro de energía y agua se logrará. Se puede cerrar el grifo mientras uno se enjabona en la ducha o se lava los dientes. También se puede limitar el tiempo de ducha. Siempre que sea posible, es mejor usar el lavavajillas que lavar a mano.
Limitación de los residuos electrónicos. La obsesión tecnológica conduce a un desenfrenado consumo de aparatos que terminan su vida útil en vertederos. La donación a organizaciones solidarios o el traslado a un punto de recogida evita el problema.
Productos ecológicos para limpiar. La mayoría de los productos que ofrece el mercado para la limpieza del hogar, además de estar envasados en plástico, contiene sustancias químicas que pueden poner en peligro la salud personal, pero también la del planeta. La contaminación del aire interior es muchas veces provocada por estos productos. La lejía corrosiva puede sustituirse por bicarbonato de sodio o vinagre para limpiar retretes y desagües. También existen productos de limpieza más suaves para cocina o baño de empresas comprometidas con el medio ambiente, así como bayetas y estropajos elaborados con materiales biodegradables y compostables.
Atención a las microfibras. Durante el ciclo de lavado, los materiales sintéticos pueden llegar a desprender hasta 700.000 microfibras, partículas de plástico diminutas que traspasan los sistemas de filtración y acaban en los océanos, donde sirven de alimento para organismos acuáticos. Solución: filtros en la lavadora y usar suavizante, a 30 grados, carga completa de ropa y utilizar detergente líquido. No evita completamente el desprendimiento de fibras, pero ayuda a reducirlas.
Moda ecológica. Debe evitarse el poliéster porque lleva tereftalato de polietileno (PET), el mismo material con el que se fabrican las botellas de plástico. Muy importante: comprobar las condiciones en que se ha realizado la ropa que se compra (materiales o químicos empleados). Se puede apostar por el slow fashion y las tiendas de segunda mano o de moda ecofriendly. Además, se puede reutilizar la ropa gracias al reciclaje textil creativo.
Teletrabajo sostenible. La eficiencia del trabajo en un hogar sostenible depende de tomar una serie de medidas, como la reutilización de los muebles para el espacio de trabajo, el empleo de sistemas de archivado digitales, reciclado y reutilización de papel y los sobres y uso de pilas recargables y bombillas LED.
Cosmética bio. Cada vez el mercado ofrece más marcas de belleza con etiquetas bio o eco y que no han sido testadas en animales. Además, conviene revisar si representan un alto gasto hídrico y su ‘packing’ de papel o materiales plásticos. También existen geles, champús y jabones sólidos que no necesitan los envases de plástico.