Desastre climático y crisis energética han llevado a poner en tela de juicio la gran masa de energía que precisa la tecnología del minado de bitcoins y otras criptomonedas. Ni más ni menos que 91 teravatios-hora de electricidad al año. Lo que viene a ser casi el 0,5% del consumo mundial de electricidad. Ahí es nada. Un informe de Bank of America explica que la mayor parte del minado se produce en los países emergentes.
Más cifras. Un estudio del Cambridge Center for Alternative Finance (CCAF) de la Universidad de Cambrige (Reino Unido) señala que el bitcoin representa el 0,37% de la producción mundial de electricidad y el 0,43% de su consumo. Solo la red de bitcoin consume más electricidad que Finlandia, Bélgica o Chile, por ejemplo. Con esa energía podría abastecerse de electricidad la Universidad de Cambridge durante 528 años. La contaminación que provoca fue el gran motivo por el que Tesla ya no acepta el bitcoin como método de pago desde mayo del año pasado.
La huella de carbono de los criptoactivos resulta incompatible con la preocupación social contra el cambio climático. El anhelo de los distintos gobiernos por cumplir con la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) y la conciencia creciente que existe entre la ciudadanía de ayudar a proteger el medio ambiente choca con esta industria tan poco ecológica. Por eso han surgido las denominadas criptomonedas verdes, menos contaminantes, que necesitan un menor consumo de energía.
Cambiar el minado de criptomonedas
Para conciliar criptomonedas y sostenibilidad, bastaría con cambiar el método de minado, a decir de los expertos. Mientras la red de bitcoin necesita un alto consumo de energía (la red bitcoin utiliza el consenso Proof-of-Work, que precia una potente red de computadoras), el ethereum, por ejemplo, está modificando el método de minado por el llamado sistema ‘prueba de participación’ (Proof-of-Stake), que reduce un 99,5% el consumo. Entre los contras, que puede no ser tan seguro como el método tradicional de minado. Amén del cambio de protocolo, resulta importante la procedencia de la energía.
Entre las criptomonedas verdes de más éxito figura Cardano. Sus fundadores cifran su eficiencia energética en 1,6 millones de veces más que el bitcoin. Otras monedas verdes también despiertan interés. Estas son IOTA, Solarcoin, Stellar o Nano. La demanda se debe en gran parte a que los solicitantes son los jóvenes, más sensibilizados con el medio ambiente.
IOTA (MIOTA) tiene una red de bajo nivel de consumo de energía, a pesar de utilizar el mecanismo Proof-of-Work gracias al uso del Consenso Probabilístico Rápido. SolarCoin (SLR) pretende movilizar actividades ambientales en el mundo real. Los usuarios reciben un SolarCoin por cada mw/hora generado por su tecnología solar.
Stellar (XLM) tiene como objetivo tender un puente entre el sistema bancario tradicional y las monedas digitales. Facilita las transacciones financieras de forma eficiente. Nano (NANO) es de uso gratuito y no depende de la minería. Es una criptomoneda escalable y de baja latencia con una de las huellas de carbono más bajas.
Fruto del cuestionamiento del impacto medioambiental de las criptomonedas nació el pasado año el Acuerdo Cripto Climático (Crypto Climate Acoord), inspirado en los Acuerdos de París y alentado por la industria financiera y la de las criptomonedas. Se han propuesto que el sector llegue a ser 100% renovable en 2025 y que se acelere el uso de energía eólica y solar.
Actualmente se está desarrollando un software de código abierto para poder conocer el origen energético que alimenta los servidores. El propósito es combinar el trabajo entre operadores de red, generadores fotovoltaicos, eólicos y desarrolladores de criptomonedas.
Intel y las criptomonedas
Intel acaba de anunciar su entrada en el negocio de criptomonedas basado en un plan de programación de aceleradores de eficiencia energética con la característica de que son 1.000 veces más rápidos que las tarjetas gráficas tradicionales.
El trabajo de Intel ha estado enfocado a reducir la huella energética del blockchain porque han anunciado que su nuevo acelerador será oficial a finales de año, con tan solo un chip de fabricación sencilla y con el mismo rendimiento que una granja de criptomonedas. Este anuncio supone un cambio sustancial en la manera de minar criptomonedas, porque se abandonaría el uso de tarjetas gaming. Un paso más por la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente.
Los cerdos salvadores
Green Data Chain es una fintech catalana que tiene como propósito unir sostenibilidad y tecnología de criptomonedas. La minería regenerativa de esta empresa se basa en la reutilización de los excrementos de una granja de animales para la producción de bitcoins.
Con 16 ordenadores funcionando 24 horas al día los 365 días del año, la energía que utiliza Green Data Chain procede de placas fotovoltaicas y biogás elaborado a partir de excremento de cerdos. Los bitcoins que acuña Green Data Chain pueden presumir de certificado verde y derechos de emisión de CO2 asociados.
Además, se matan dos pájaros de un tiro. Porque reutilizar los excrementos porcinos hacen posible la reducción de más de un 80% de sus emisiones de gases de efecto invernadero. El amoníaco de las heces en contacto con el aire genera partículas contaminantes con un impacto parecido al de las emisiones de dióxido de nitrógeno. Cataluña concentra 10 millones de cerdos.