AIMPLAS, Instituto Tecnológico del Plástico, trabaja en un sistema seguro, inteligente, eficiente y sostenible que permite reemplazar los módulos de batería descargados por baterías ya cargadas y así evitar los tiempos de espera de recarga. Se conoce como proyecto SMART5G y puede acabar con el miedo del conductor de vehículos eléctricos a que se le descargue la batería, temor conocido como “ansiedad por la autonomía”.
El proyecto, financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI), busca fomentar el desarrollo de una estación de recarga y sustitución de baterías para la movilidad ligera. Consiste en un sistema que facilita el intercambio rápido de baterías mediante la carga con energía solar y predice el consumo de energía gracias al uso de algoritmos creados por Inteligencia Artificial (IA), y cuenta con una plataforma de gestión energética que elimina el peligro de interferencia por electromagnetismo y aumenta la seguridad.
Prioridad con los vehículos eléctricos
La movilidad sostenible, según la investigadora de AIMPLAS Begoña Galindo, es “una prioridad estratégica a nivel local, nacional, europeo y global, por lo que es imprescindible impulsar nuevas soluciones tecnológicas que garanticen una movilidad segura, conectada e inteligente, aplicada tanto a vehículos individuales, como de reparto, y que reduzca las emisiones de CO2”.
“Para garantizar una alta seguridad y protección frente a posibles interferencias electromagnéticas –afirma Galindo–, con SMART5G se están generando materiales compuestos ligeros protegidos por apantallamiento electromagnético (EMI) que optimizan estos nuevos modelos”.
La propuesta también incluye una carcasa de batería estructural sostenible para vehículos eléctricos ligeros basada en un compuesto termoplástico de fibra larga reutilizable y reciclable con funcionalidades duales: aditivos ignífugos y partículas de apantallamiento electromagnético (EMI).
El papel de los compuestos termoplásticos
Esta solución favorece la autonomía del vehículo pues reduce su peso en comparación con las carcasas metálicas habituales, lo que reduce los costes y el consumo energético, así como la huella de carbono.
“Los compuestos de matriz termoplástica pueden desempeñar un papel clave en la industria del siglo XXI, ya que ofrecen grandes ventajas en términos de peso reducido, alta rigidez y resistencia específica comparable a los materiales metálicos. Por ello, la nueva generación de coches eléctricos está apostando por el uso de estos materiales plásticos, que hacen posible un diseño libre y una reducción de peso de alrededor del 40%”, explica Galindo.
Este proyecto, en el que AIMPLAS trabaja junto con las empresas ITERA Mobility Engineering, ELIX Polymers y la Universitat de València (UV), ha sido financiado por AEI y por los fondos NextGeneration de la Unión Europea.